Unidades de Inteligencia Económica en empresas
Manipulado por (o en colaboración con) un actor hostil externo, un empleado está exfiltrando información crítica de la compañía con un alto impacto de pérdidas a largo plazo para el negocio. Por otro lado, y de forma planificada, un exempleado está difundiendo bajo seudónimo por RRSS y en MCS una combinación de informaciones falsas, tergiversadas, incompletas y tendenciosas en contra de su ex compañía, que están generando un alto daño reputacional para esa organización. Además, distintas unidades de negocio vienen solicitando una primera valoración o chequeo de fiabilidad a proveedores y socios, así como una valoración de solvencia de futuros clientes antes de decidirse a participar en diferentes licitaciones y concursos internacionales. Gestionar y resolver este tipo de problemas son tareas que, en un primer nivel, llevan a cabo las Unidades de Inteligencia Económica de aquellas organizaciones que las tienen constituidas. En muchas ocasiones el recurso a la externalización es necesario por la especialización y alcance de la solución requerida.
El uso de las herramientas y soluciones propias de la Inteligencia Económica es en muchas ocasiones un indicador del grado de madurez de una economía. En el mundo corporativo es también un indicio del punto de evolución en el que se encuentra una organización.
Desde siempre, y de forma consciente o inconsciente, las empresas llevan a cabo actividades de Inteligencia Económica, si bien es la sistematización de estas actividades y su empleo de una manera profesional y avanzada lo que asegura el rendimiento, beneficios y retornos que la organización puede obtener de ellas.
Un número cada vez mayor de compañías integran, de manera permanente y consolidada en sus organigramas corporativos, unidades de Inteligencia Económica. Estas pueden, o no, ser una evolución independiente de unidades de seguridad previamente consolidadas o bien seguir formando parte de esas mismas unidades como un equipo específico, con misión encomendada propia y diferenciada.
Con independencia de la fórmula o solución que cada organización decida seguir, es importante que estas unidades tengan claramente reconocidas por la organización atribuciones y competencias, además de un papel específico a desarrollar. Y por tanto que comiencen a trabajar como Unidades de Inteligencia Económica en sus empresas, inicialmente con recursos reducidos en la mayor parte de las ocasiones, pero consolidando e incrementando en el tiempo sus capacidades por la mejora de conocimiento y especialización de su personal y por la adquisición y contratación externa de herramientas y servicios.
Las primeras tareas que una Unidad de Inteligencia Económica puede y debe llevar a cabo una vez se ha constituido, tienen un coste muy reducido y una rápida traducción en valor para la organización. Estas tareas tienen que ver con la identificación y gestión de las capacidades y de los conocimientos internos ya existentes en la organización para aprovecharlos y orientarlos al objetivo de la generación de productos de inteligencia que está demandando la propia organización, es decir, sus decisores para cada uno de los niveles (corporativo, departamental, unidades geográficas de negocio u otras).
A continuación, y conocidas ya las capacidades propias e internas con que cuenta la organización, las Unidades de Inteligencia Económica deben planificar el reparto y la distribución de actividades y trabajos de inteligencia que serán capaces de acometer directamente en la unidad y aquellas otras que previsiblemente se deberán externalizar, contratando proveedores externos y/o buscando apoyos públicos de diferentes organismos de la administración, en función del esfuerzo requerido y de las posibilidades de éxito que se estiman para cada alternativa de operación , en la idea de que el mejor resultado siempre se va a obtener por una suma e integración de las capacidades público – privadas que se aporten a un proyecto.
Así pues, una Unidad de Inteligencia Económica se alinea con, y también pone en valor, las capacidades internas disponibles en una organización y las orienta hacia el objetivo de satisfacer las necesidades de inteligencia corporativa que tiene la empresa. Asimismo, debe identificar una serie de proveedores externos especializados con los que trabajar y en los que poder apoyarse cuando lo precisen, además de desarrollar vínculos específicos con organismos públicos cuyas capacidades serán, en caso necesario, recursos de colaboración público – privada de ayuda a la compañía.
Con estos tres grupos de herramientas (propias e internas, externas especializadas y de colaboración público privada), las Unidades de Inteligencia Económica trabajan en dos direcciones. Por un lado, dan respuestas y soluciones a problemas de tipo táctico de la organización y, en este sentido, proporcionan Seguridad en su sentido más amplio. Por otro lado, detectan necesidades de la empresa de forma avanzada, anticipan riesgos y amenazas y prevén soluciones para las mismas, contribuyendo a que la empresa sea más competitiva. Esta es la aportación que hace la Unidad de Inteligencia Económica a la Estrategia de la compañía.
El binomio “Seguridad y Competitividad” resulta clave para poder reducir el nivel de Incertidumbre que existe siempre en cualquier organización y que viene motivado tanto por factores externos como por factores internos a la misma. Para los directivos de una compañía la reducción del nivel de incertidumbre con el que se ven obligados a trabajar supone una gran ayuda porque les permite hacer una mejor gestión y planificación del negocio, tanto en el largo plazo (estrategia) como en el medio y corto plazo (táctica y operativa). Es decir, la inteligencia les ayuda a la hora de tomar sus decisiones.
Estas son las aportaciones de valor al negocio que tiene la inteligencia: negocios más seguros y más competitivos en los que los directivos pueden tomar las mejores decisiones y reducir con ello el nivel de incertidumbre en el que se desenvuelven sus actividades. En el mundo corporativo, por tanto, la inteligencia hace una aportación transversal, o si se prefiere integral, al negocio, puesto que el refuerzo del binomio “Seguridad / Competitividad” puede darse en cualquier etapa o actividad a lo largo de la cadena de producción del negocio y en cualquier unidad o estructura de la organización que sea preciso.
Esta aportación transversal o integral de la inteligencia al negocio hace aconsejable que las Unidades de Inteligencia Económica tengan una dependencia muy directa, en el organigrama empresarial, de los altos equipos de dirección (CEO, Presidente Ejecutivo, Consejo de Dirección,…) y de hecho, así viene a ocurrir en la mayor parte de las compañías. En favor de esta idea de dependencia directa hay que tener además en consideración, que muchas de las tareas, trabajos y proyectos cuya solución recae en las Unidades de Inteligencia Económica son bastante sensibles para el negocio y para la reputación de las organizaciones.
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